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martes, 26 de junio de 2007

El triunfo de Mauricio Macri y la derrota del oficialismo en Capital. Qué implican y qué no para el futuro político en el corto y mediano plazo

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1. El objetivo triunfo de Macri, la objetiva derrota del oficialismo y la magnitud del cambio en el mapa político nacional

Finalmente la suerte fue echada, lo que era potencial se transformó en acto: Mauricio Macri fue el claro ganador del ballotage y es el Jefe de Gobierno electo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Recíprocamente, el oficialismo es –objetivamente-el perdedor, en la medida en que su candidato Daniel Filmus fue superado ampliamente por el veredicto de la ciudadanía expresado sobre las urnas. En suma, lo que para el oficialismo era una derrota anunciada se transformó en una derrota certera.
Tanto para el oficialismo, para la oposición, como para el análisis de la opinión pública, se abrirá ahora el debate sobre la magnitud y sobre el alcance de este resultado. Probablemente se especulará acerca de cuestiones tales como el nuevo mapa político, si Mauricio Macri se convertirá o no en el nuevo líder de la oposición, si la oposición logrará o no converger alrededor de alguna candidatura, cuál es el techo de Gabriela Michetti, si “el reinado kirchnerista” está en riesgo, si la derrota del oficialismo obligará o no a abortar finalmente la variante ‘Cristina Presidente’, etc., etc.
Por supuesto, hay un sentido trivial en que la victoria de Macri sobre Filmus por semejante margen significa un cambio. Por cierto, en términos objetivos, el hecho de que por primera vez el destino de la Capital sea regido por un Jefe de Gobierno ni peronista, ni radical (ni apoyado por algunos de esas dos estructuras partidarias), resulta inédito y, por ende, basta en si mismo para justificar la invocación a la categoría de ‘cambio’. No obstante, calibrar los alcances y límites de ese cambio debería ser la tarea del pensador prudente.


2. Sobre el inefable arte de prever el futuro y sus posibles trampas

Prever el futuro es (y ha sido siempre) una importante motivación humana. Y resulta enteramente razonable que así sea, en la medida en que el futuro -sin pretender adentrase en cuestiones filosóficas- no es un entelequia, sino la morada que albergará nuestros próximos días.
Al decir de futuristas y prospectivistas, anticipar el futuro es una especie de sistemática mental, producto de una extraña amalgama entre imaginación, perspicacia y razonamiento probabilístico. Prever el futuro es una tarea ardua, a veces desmesurada, pero, sin embargo, es también una de las grandes tentaciones a los que un pensador le resulta difícil renunciar, máxime si se trata de un analista político o económico.
Ahora bien, dado que muchos nos “auto-condenamos” al incierto arte de la conjetura futurista (encuestadores todos, escuchemos, que a nosotros también va esto dirigido!), conviene que tengamos presente algunos posibles errores. Sin ánimo de soslayar los más complejos, convengamos que, como en otros ámbitos, aquí también existen los errores de omisión y los de comisión.
Los primeros refieren a la dificultad y/o imposibilidad de ver las tendencias que anticipan ciertas señales. En neuropsicología y en psicología cognitiva el tema ha sido profusamente investigado y ha ameritado la conceptualización de un intrigante fenómeno: la ceguera al cambio. En el contexto del análisis político, resulta ilustrativo referirse a la conocida película de Ingmar Bergman “El huevo de la serpiente”, donde, a través de una metáfora (Vg. la transparencia del huevo que permite ver anticipadamente al futuro reptil) se sugiere que quienes hubieran observado detenidamente la realidad deberían haber vislumbrado la dictadura Hitlerista que se avecinaba.
No obstante, en el otro extremo, otro error posible, pero de signo contrario, nos podría estar aguardando: me refiero a la pertinaz propensión a avizorar tendencias donde no las hayo, al menos, al inveterado hábito de amplificar débiles señales hasta construir verdaderos sistemas más cercanos a la fantaciencia que a la realidad. Muchos pueden ser los factores detrás de esta propensión, pero me limitaré a considerar sólo tres: la necesidad de estímulo, el pensamiento quimérico y el horror al vacío opinativo.
Por un lado, movidos por una insaciable sed de cambio, necesitamos permanentemente que algo pase; incluso, a veces, hasta resulta secundario el carácter positivo o negativo de ese algo, simplemente pareciera que cualquier cosa resulta mejor que la agobiante rutina.
En segundo lugar, la confusión entre deseo y realidad probable (núcleo del fenómeno que en psicología del pensamiento se ha dado en llamar pensamiento quimérico) representa otro de los sesgos más frecuentes en la actitud futurista.
Por último, el horror al vacío opinativo (evidente correlato del horror a la página en blanco que acecha al escritor) es esa especie de reflejo cuasi instintivo que obliga a cualquier analista a precipitarse a expresar un juicio prematuro (cuyo correlato mental aún no ha terminado de elaborar) ante la remanida pregunta: ¿Y ahora qué va a pasar?
Aclarado lo anterior, y antes de proceder a analizar las implicancias de los resultados del ballotage en la Ciudad de Buenos Aires, tengamos entonces presente todos aquellos factores que podrían impulsarnos a apreciaciones distorsivas tales como: maximizar la existencia de un nuevo votante, de una nueva política y , sobre todo de un nuevo mapa político. En síntesis, la conciencia de podríamos incurrir en errores por omisión o exageración, debería actuar como un eficaz acicate para no cometerlos.


3. Sobre las implicancias del triunfo de Mauricio Macri: muchas preguntas, muchas especulaciones y pocas certezas

Pregunta 1: ¿Es Mauricio Macri el nuevo Jefe de la oposición?

Razones que avalan una respuesta positiva:
• Evidentemente es el referente de la oposición con mayor legitimidad electoral.
• Resulta claro, además, que tanto para las candidaturas de Roberto Lavagna como (y especialmente) para la de Ricardo López Murphy, cualquier acuerdo electoral con Macri de cara a las presidenciales de octubre resultaría sustancial (e, inversamente, no contar con tal acuerdo, parecería conspirar contra cualquier eventual éxito)
Razones que avalan una respuesta negativa:
• Evidentemente, cuesta imaginar a Elisa Carrió (la antioficialista “tercera en discordia”) alineada con Mauricio Macri.
• No resulta evidente la posible actitud de Macri respecto a compartir su triunfo con sus ‘aliados políticos’. En la medida en que, como expresara claramente Mariano Grondona, Mauricio Macri habría quedado encerrado en una especie de paradoja: cómo virtual líder de la oposición debería dar claras señales respecto a la estrategia a seguir en octubre, lo cual implica que, tal vez, deba realizar definiciones (¿bendiciones?) ungiendo a algún candidato en detrimento de otro; pero, por otro lado, hacer lo máximo para apostar a una oposición ganadora, significaría que él mismo debe auto relegarse a un segundo plano. ¿Es razonable pedir a Macri semejante generosidad?, ¿Puede cualquier mortal que acaba de ser coronado por un triunfo que le demandó tanto esfuerzo, resignarse a pasar a un segundo plano en el mismo momento de alcanzarlo, en aras de de un hipotético bien común?, ¿Se trata de una auténtica disyuntiva entre generosidad y egoísmo, o más debería pensarse que se trata de una simple conjunción entre equidad y auto conservación?

Pregunta 2: ¿El triunfo de Macri favorece o entorpece la cohesión de la oposición?

Razones que avalan la idea de que el triunfo de Macri favorece la cohesión de la oposición:
• Indudablemente, el rotundo triunfo de Macri ha desencadenado -al menos en apariencia- una especie de shock antikirchnerista o, cuando menos, ha derribado el mito de la invencibilidad kirchnerista. Obviamente, eso, en principio, favorecería cualquier estrategia de la oposición, en la medida en que lo que antes parecía poco menos que utópico, ahora se visualiza como razonablemente probable.

Razones que avalan la idea de que el triunfo de Macri entorpece la cohesión de la oposición:
• Sin embargo, todo beneficio tiene su costo. Y en este caso, la cuestión vuelve a ser el dilema (arriba señalado) en que la concatenación de hechos parece haber encerrado a Macri, y que podría sintetizarse así: “Si ayudo a cohesionar a la oposición que ahora dirijo y tengo éxito, me quedó afuera; pero si no ayudo, me debilitó como virtual líder”
• Quizás la manera simple -conciente o inconciente, advertida o inadvertida- que encuentre Macri para dirimir este conflicto, se resuelva en la simple fórmula de “ayudar, pero no demasiado”. En tal sentido, Macri podría preservar su liderazgo como opositor, apostando a que las fuerzas que ahora parece dirigir se fortalezcan, pero no lo suficiente como para destronar a los Kirchner; que, por ende; el kirchnerismo triunfe en octubre, pero por escaso margen; que, en consecuencia, ninguno de los referentes presidenciables de la oposición se posicione como aquel capaz de destronar al Kirchnerismo. Entonces, todas las miradas se dirigirían al propio Mauricio Macri como el único con real capacidad para asestar el golpe letal al enemigo, pero como estaba inhabilitado por tener que cumplir el rol que la ciudadanía porteña lo había conferido, debería sí ser el candidato seguro en el turno apropiado, es decir en 2011. Auque esta posible lógica aparezca como maquiavélica, no deja de ser comprensible en término de aspiraciones humanas básicas.

Pregunta 3: ¿El triunfo de la fórmula Macri - Michetti y el especial rol de ésta última, resultan suficientes como para postularla como candidata a Presidente?

Razones a favor de la posible candidatura a Presidente de Michetti:
• En principio, en la medida en que parte del aluvión Macri vino acompañado del aluvión Michetti y que la alta imagen positiva de ésta constituye un fenómeno singular y de una magnitud tal como no se veía desde hace tiempo, en principio, plantear su candidatura a Presidente, aunque prematura, no parece una empresa del todo descabellada.
• Adicionalmente, el alto nivel de lealtad que parece emanar desde Michetti hacia Macri, podrían constituir la única manera digerible para Macri de apostar a la Presidencia sin salirse del Macrismo. Esto desencadenaría una lógica al estilo de “Michetti al gobierno, Macri al poder.”

Razones en contra de la posible candidatura a Presidente de Michetti:
• Como contrapartida, una eventual candidatura a Presidente de Michetti forzada en el tiempo y emergente de un mandato que la sociedad ha otorgado para otra causa (i.e., la Vice Jefatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), podría tener efectos francamente contraproducentes sobre su imagen. Ante la especial mirada de una parte de la ciudadanía podría aparecer cono un gesto de soberbia derivado de una actitud triunfalista (Vg. “Pero esta al final se la creyó”, “Tiene ambición de poder, es como todos”, etc.,)
• Además, independientemente del impacto sobre su imagen, no pocos objetarían su falta de antecedentes en la gestión (cuestión que se le imputa hasta al mismo Macri)
• Por último, la lógica de “Macri al gobierno, Michetti al Poder”, sonaría demasiado perversa para una sociedad que ya ha padecido y recuerda con una alta dosis de negativismo semejante tipo de engendro. Además, también seguiría siendo completamente incongruente respecto a las razonables pretensiones presidenciales del propio Mauricio Macri y no de un alter ego.
• En síntesis, la idea de una candidatura a Presidente de Gabriela Michetti, en primera instancia suena como algo descabellado, luego puede tener algún viso de razonabilidad, pero, finalmente, cualquier análisis más elaborado muestra que, efectivamente, sólo se trata de una idea descabellada, mera amalgama entre especulación desenfrenada y expresión de deseos.

Pregunta 4: ¿El triunfo de la fórmula Macri - Michetti y el especial rol de ésta última, ameritan postularla como candidata a Vice Presidente o a Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires?

A diferencia de lo anterior, pienso que estas alternativas son absolutamente viables. Razón por la cual, las analizaré en un próximo artículo.









Soy Federico González

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