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lunes, 9 de julio de 2007

El extraño caso del pingüino y la pingüina. O de cómo un deseo personal podría resultar la causa oculta de una decisión política de alto riesgo.

Lic. Federico González – Director del Programa de Actualización en Psicología y Opinión Pública – Secretaría de Posgrado – Facultad de Psicología - UBA

Resumen

El trabajo intenta demostrar que, contrariamente a lo enunciado desde el análisis político convencional, la verdadera razón determinante de la candidatura presidencial de Cristina Kirchner radica en su firme deseo de ser Presidente. En cambio, las razones de conveniencia política sustentadas por las teorías inspiradas en el análisis político, resultarían apenas sucedáneos racionalizados tendientes a esconder la verdadera causa. El trabajo se inspira en la idea de que la obviedad más escurridiza es aquella que a pesar de estar frente a nuestros ojos no podemos terminar de ver.



1. El problema básico a explicar y los dos modos básicos de hacerlo



Finalmente la decisión fue tomada. Después de varios meses de jugar a las intrigas el misterio se develó: Cristina Kirchner será candidata a Presidente.
Una de las aristas singulares del caso es que la decisión haya sido tomada en el momento de mayor riesgo para el oficialismo, es decir, luego de las derrotas de Capital y Tierra del Fuego, en plena crisis energética y cuando el flagelo de la inflación continúa amenazando.
Más allá de las reservas que puedan haber alrededor de las encuestas, lo cierto es que la mayoría de las encuestadores coincide en que Cristina Kirchner tendría una intención de voto 10 puntos menor a la del Presidente y, con un volumen tal que dejaría las posibilidades oficialistas en una zona de riesgo real (en efecto, la intención para Cristina Kirchner estaría orillando los 40 puntos, pero entre un intervalo comprendido entre los 37 y los 43). De modo que, conforme a los datos derivados de encuestas, la decisión de lanzar la candidatura de Cristina Kirchner en lugar de la de Néstor, equivaldría, ni más ni menos, a cambiar una opción -prima faccie- claramente ganadora por otra de resultado incierto.
Una regla sencilla de racionalidad expresa que ante riesgos extraordinarios deben lanzarse fuerzas seguras. ¿Por qué oponer entonces la fuerza más débil cuando se podría oponer la de mayor intensidad?
Al respecto, desde que la versión sobre el pingüino o la pingüina comenzara a circular hace unos meses, los analistas políticos han venido ensayado teorías diversas para explicar qué razones podrían ocultarse tras ese dilema.
Aquí se propondrá una teoría alternativa, menos basada en la política y más en la psicología (o, si se quiere, casi en el sentido común)
Por cierto la teoría que se bosquejará parecerá más especulativa que aquellas inspiradas en análisis políticos; no obstante, todas presentan algo en común: ninguna parece poder ser corroborada cabalmente por los hechos.
Según la epistemología, además de juzgar la verosimilitud de una teoría por su adecuación incontrovertible a hechos ciertos, también vale su coherencia interna así como el potencial de explicar una vastedad de hechos. En tal sentido, aquí se asume que lo que se expondrá es completamente inverificable per se, en la medida en que se invocan causas personales y hasta secretas; sin embargo, a pesar de todo, se sostiene que la presente explicación arroja mayor comprensión sobre el tema que nos ocupa que cualquiera de las teorías plenamente circunscriptas a análisis políticos.


2. Dos cosmovisiones en la explicación de los hechos políticos

Comprender por qué ocurren las cosas es una de las grandes pasiones humanas. Queremos saber los por qué tanto del mundo natural como del mundo social. Cuando intentamos explicar los acontecimientos del universo político podemos elegir diferentes marcos interpretativos.
El modo más propio y naturalizado de analizar lo político es hacerlo dentro del marco de las ciencia políticas. Pero en la medida en que los hechos políticos resultan de las conductas y pasiones humanas (en virtud de que la política es un invento de los hombres realizado por hombre reales) podríamos también incurrir en la tentación de apelar a la psicología como un medio legítimo alternativo para comprender los hechos políticos.
Sin embargo, el científico y el analista político nos previenen contra el peligro de caer en los vicios del psicologismo, si es nos dejamos arrastrar por aquella tentación. Si lo que se quiere decir es que, por ejemplo, intentar comprender el fenómeno político-ideológico del Che Guevara a partir de la visión de mundo estrecho de una persona asmática, probablemente estaríamos desnaturalizando tanto la dimensión realmente política de su controversial figura como el contexto en el que le tocó actuar. En tal sentido, resulta fácil acordar con las reservas de la ciencia política en contra de la ingerencia de la psicología.
No obstante, también es cierto que muchos fenómenos políticos trascendentes nunca se terminan de comprender sin invocar la psicología de los actores políticos involucrados.
Así, y por citar sólo dos ejemplos paradigmáticos, no se termina de entender la Alemania nazi ni el holocausto sin reconocer la personalidad paranoica de un Hitler, del mismo modo en que no se comprende la resistencia pacífica de la India, fuera del marco del espíritu de un Gandhi.
En síntesis, a veces en la comprensión de los fenómenos políticos cuenta considerar la psicología que mueve a los actores involucrados. En tal sentido, emprender la tarea de análisis psicológico puede complementar y, a veces, hasta cuestionar una explicación en términos puramente políticos.
De eso trata lo que sigue del presente trabajo.

3. Una sutileza que amplía la verdadera dimensión del problema

Quien escribe estas líneas confiesa haber llegado tarde a tratar este asunto.
En verdad, como estructura narrativa, el referido tema del pingüino y la pingüina resultaba mucho más interesante antes de su sorpresiva resolución.
Entonces, era realmente un dilema que invitaba a tejer especulaciones en pos de una solución y que multiplicaba los interrogantes: ¿pingüino o pinguina?, ¿por qué no lo deciden?, ¿qué estarán tramando?, ¿estarán esperando que pase algo para decidirlo?, ¿ya lo sabrán pero no lo anuncian, o simplemente, todavía ni ellos lo saben?, ¿lo saben, pero especulan que es mejor esperar un tiempo más propicio para decirlo, o, simplemente, les tomaron cierto gusto a eso de jugar al misterio?
En cambio, ahora, ante el hecho consumado de la decisión públicamente anunciada, centrarse en la razón por la cuál finalmente fue Cristina puede escamotear la importancia de otros importantes aspectos constitutivos del asunto: ¿por qué tardaron tanto en decidirlo y/o anunciarlo?, ¿por qué decidieron anunciaron justo ahora, cuando hace poco decían que lo dejarían para más adelante?
Aquí se parte de la idea de que tanto la decisión final adoptada, como el tiempo transcurrido desde que -oficialmente- comenzaron a circular las versiones, como el momento de hacer pública la decisión constituyen diferentes aristas de un mismo y único problema.
La teoría que se aquí se expondrá intenta dar cuenta simultánea de ese conjunto de hechos. Y este, en mi opinión, es su principal mérito, si es que le cabe alguno.

3. Las teorías oficiales basadas en el ámbito político

En este apartado se referirán cuatro teorías inspiradas en el análisis político que intentan dar cuenta del dilema del pingüino o la pingüina que se viene tratando:

1. La teoría de la alternancia en el poder como táctica de la estrategia de Néstor Kirchner para perpetuarse en el mismo
Esta teoría fue primigeniamente formulada de modo contemporáneo a los primeros trascendidos oficiales firmes sobre el tema, acaecidos en el 2006.
Según su enunciado básico, el fondo propositito que alimentó el dilema del pingüino o la pingüino, y su posterior resolución, radicaría en la voluntad del Presidente Néstor Kirchner de conservar el poder el mayor tiempo posible. Ante tal objetivo, la alternancia con su esposa resultaría funcional por varias razones:
• Si hubiera ido como candidato, corría el riesgo de debilitarse en un segundo mandato, primero, por la erosión del poder casi inherente a los segundos períodos consecutivos y, luego, porque al quedarle vedada la posibilidad de reelección para un tercer período, durante los últimos dos años padecería el síndrome del pato rengo , es decir la vulnerabilidad propia de quienes ya no puede ser reelectos.
• Adicionalmente, se apunta un beneficio secundario que aumentaría la funcionalidad de la maniobra: mientras su esposa asume la alta responsabilidad del ejecutivo, Néstor Kirchner se dedicaría a organizar el partido o (lo que es lo mismo) a “disciplinar a la tropa de los rebeldes muchachos”, con miras a ampliar la base de sustentación del proyecto político de cara al 2011 y al 2015.
• La principal objeción a la verosimilitud de esta conjetura es simple: si la clave del proyecto Cristina obedeciera realmente al objetivo final de que Néstor Kirchner permanezca la mayor cantidad de tiempo en el poder, ¿por qué no intentaría éste ahora mismo el tránsito casi seguro a la reelección y en todo caso, sí reservar la variante de Cristina para afrontar todas las debilidades inherentes a un segundo mandato. En otros términos, por qué sacrificaría Néstor Kirchner “un pájaro en mano por uno volando”. Desde otra perspectiva, el conjunto de la explicación esconde una especie de fondo paradojal: la funcionalidad en el largo plazo a la que apuntaría toda la maniobra supone, a modo de “talón de Aquiles”, aumentar la vulnerabilidad en el corto plazo (i.e. las elecciones de octubre) con lo cual se caen conjuntamente tanto la meta en el corto, como el fin último en el largo plazo. En síntesis, se trataría de una paradoja expresable bajo la figura del oxímoron funcionalidad antifuncional.

2. La teoría del retiro con gloria en 2007 para emprender un retorno triunfador en 2011
En esencia esta teoría representa apenas una ligera variante de la anterior. Así, la causa final vuelve a centrarse en el deseo de Néstor Kirchner de mantenerse en el poder la mayor cantidad de tiempo posible. Sólo que ahora, el movimiento táctico de Cristina se explica de un modo alternativo, a saber:
Si Néstor Kirchner fuera a un segundo mandato, el desgaste del kirchnerismo derivado de ese segundo período, podría comprometer la posible variante de Cristina como salvoconducto para retornar en 2011. Por el contrario, si el Presidente da ahora un paso al costado se retiraría con toda la gloria, es decir con una imagen positiva muy alta y como un ejemplo de alguien con suficiente generosidad política como para poder renunciar en aras de una opción superadora para el país. Luego, si Cristina realiza una gestión aceptable, Néstor puede volver con tranquilidad en 2011; pero, también, podría volver en 2011 aún cuando Cristina tuviera una gestión mediocre, en la medida en que la ciudadanía añoraría los tiempos de bonanza de Néstor Kirchner y, por consiguiente, decidiría en consecuencia.
En primera instancia, esta explicación parece más razonable que la anterior en la medida en que parece invocar una estrategia mucho más completa y refinada. No obstante, adolece de las mismas reserva ya señalas, es decir: ¿por qué sacrificaría Néstor Kirchner una posibilidad cierta en el presente en aras de una posibilidad incierta en el futuro?
Además, este marco explicativo adolece de un punto débil en el núcleo mismo de lo que se supone que aporta en relación al anterior: ¿por qué el Presidente pensaría tan acríticamente que si el segundo mandato de Cristina resulta insatisfactorio, la gente lo reclamaría a él como una especie de salvador; cuando sería igualmente lógico suponer que si, efectivamente, a Cristina no le fuera bien, probablemente la gente termine no queriendo saber más nada con ningún Kirchner y menos con Néstor, a quien se le imputaría haber sido el artífice de ese eventual fracaso, al colocar irresponsablemente a su esposa donde no debió hacerlo.

3. La teoría de la profundización del cambio
Este marco explicativo corresponde, en rigor, a lo que podría denominarse la teoría oficial develada. Más precisamente, es lo que Néstor Kirchner y su gobierno enuncian públicamente cuando, finalmente, se devela la incógnita y se anuncia la candidatura de Crsitina Kirchner. Además, parece constituir uno de los ejes centrales de la que será la campaña.
En esencia, el argumento sostiene que la variante de Cristina representa una evolución superadora de lo que ya ha venido haciéndose. Como pieza retórica raya en la exquisitez: un Presidente con un poder de generosidad tan alto que se supera a si mismo eligiendo lo que es parecido, pero a la vez distinto. Sin embargo, despojada de sus elementos persuasivos, toda esta argumentación vuelve nuevamente a resultar apenas una variante de las anteriores. Como teoría explicativa sobre el por qué de la decisión adolece de idénticas restricciones a las arriba apuntadas.

4. La teoría del matrimonio Kirchner como sociedad política.
Esta teoría fue formulada en forma conjunta por Patricia Bullrich y Margarita Stolbizer en la edición del viernes 6 de julio del programa Debates con Mariano Grondona,
Desde esta perspectiva, se sostiene que el matrimonio Kirchner sería tanto una sociedad conyugal como una sociedad política. Como tal, comparte intereses políticos entre los cuales se cuenta la prolongación en el poder la mayor cantidad de tiempo posible. En otros términos y en consonancia con Jorge Luis Borges, cuando escribió que “todas las cosas aspiran a perpeturase en su ser”, la perpetuidad en el poder resultaría constitutiva de un matrimonio que, al margen de su unión conyugal propiamente dicha, constituye una especie de micro-coalición política. De tal modo, y según la expresión utilizada por Mariano Grondona a modo de síntesis, para cada miembro del matrimonio Kirchner el poder representa una especie de bien ganancial, por ende potencialmente usufructuable en igualdad de condiciones.
Quien esto escribe juzga que la presente teoría resulta más verosímil que las anteriores, dado que, como principal diferencia sustantiva, la figura de Cristina Kirchner deja de ser un mero apéndice instrumental en la estrategia de un único protagonista principal encarnado en el Presidente, para pasar a ser una co-protagonista con similar nivel de aspiraciones que el mismo Néstor Kirchner. Esto implica la imposibilidad de homologar movimientos tácticos y estratégicos para cada uno de los dos actores. Más bien se trataría de una estrategia única de la sociedad matrimonial como un todo, en que ambos podrían alternar roles de modo funcional en pos de maximizar el bien conjunto.
Sin embargo, mantengo una reserva sobre este modo de interpretar las cosas: esta teorización, en la medida en que continúa representando un caso límite de explicación basada en la política, supone y a la vez enfatiza una armonía real de intereses en el seno de la pareja matrimonial, en tanto agente político. En contraposición, adelantaré que el cuestionamiento de tal armonía y/o el centramiento sobre los deseos individuales de la Primera Dama, arroja un nivel de comprensión mayor sobre el tema que nos ocupa.


4. La estructura de la explicación psicológica

En psicología, muchos ríos de tinta han corrido en pos de explicar la conducta humana. Sin embargo, en alguna corriente de la psicología académica contemporánea se insiste en que, en última instancia, cualquier teoría explicativa resultará una variación particular de una estructura básica con dos ingredientes esenciales: los deseos y las creencias.
En otros términos, si queremos explicar la conducta real o intencional de una persona debemos comenzar por averiguar qué quiere y qué cree.
Así, para que alguien decida actuar debe creer que aquello que se dispondrá hacer lo conducirá al logro de algo que avizora como valioso o deseable.
Como corolario de lo anterior se desprende entonces que sin deseo no hay conducta intencional. Pero también, que no basta desear algo para moverse. Es necesario creer también que la acción a emprender bastará para avanzar hacia el logro del deseo involucrado. De ahí que resulte importante distinguir entre un deseo y una intención: lo primero puede quedar relegado al plano de la imaginación; en cambio, la intención supone una voluntad orientada a satisfacer el deseo.
Otro corolario de particular interés radica en que las creencia y las intenciones se interdefinen. Así, nadie estará demasiado motivado a actuar en pos de algo que a la vez juzga imposible, del mismo modo en que la creencia de qué deseos presentan alguna probabilidad de ser realizados determina cuáles son los que efectivamente se intentará satisfacer .

5. La tesis enunciada: la verdadera razón detrás de la candidatura de Cristina Kirchner a Presidente es, simplemente, que Cristina Kirchner quiere ser Presidente

Cabe reconocer que es posible que el lector que llegó hasta aquí se sienta algo decepcionado. Hasta me aventuraría a suponer que la primera reacción visceral se exprese en un pensamiento parecido a este: “pero esto, más que una tesis es un verdad de Perogrullo”. Pido algo de paciencia a ese hipotético lector decepcionado no sin antes recordar que, en rigor, una verdad de Perogrullo es una verdad autoevidente, aunque, -en este caso- parecería que ninguno de los análisis políticos se centró en destacarla.
Como en los viejos cuentos policiales donde el detective astuto que intenta descubrir al culpable debe mirar al mayordomo, o como en -el más refinado- La carta robada, de Edgar Allan Poe, donde el sagaz Monsieur Dupin se da cuenta que una carta comprometedora ha sido escondida en el lugar más visible, es decir, donde menos se la esperaría encontrar; si queremos entender el misterio del pingüino a la pingüina debemos, mirar primero dentro del matrimonio Kirchner.

6. La explicación y las implicancias de la tesis: o de cómo el deseo de ser Presidente de Cristina Kirchner es la razón verdadera y las razones políticas inspiradas en análisis políticos son apenas su máscara

Como se señaló arriba, la tesis a demostrar es de una austeridad pasmosa: Cristina Kirchner quiere ser Presidente. Cristina Kirchner cree que es posible ser Presidente. Ergo, Cristina Kirchner se postula como candidata a Presidente.
Pero, un momento (dirá el lector), ¿Y el deseo del propio Presidente como juega en todo esto? Porque, a contramano del refrán popular, querer no siempre equivale a poder, sobre todo cuando hay otros en juego que podrían querer lo mismo.
Para comenzar a responder esa pregunta, avancemos desplegando el espacio de posibilidades de los deseos de Néstor y Cristina Kirchner. Al parecer, por combinatoria simple, existen cuatro casos posibles

1. Ambos, Cristina y Néstor, querían que Cristina fuera la candidata Presidente (esta opción será analizada en el apartado 9)
2. Cristina quería ser la candidata Presidente y Néstor tuvo que conceder (aunque, en el fondo, no hubiera querido) (esta opción será analizada en el apartado 8)
3. Néstor quería que Cristina fuera la candidata Presidente y Cristina concedió sacrificándose por su esposo (aunque, en el fondo, si fuera por ella, no habría querido)
4. Ni Néstor ni Cristina deseaban realmente que ésta fuera candidata a Presidente, pero la necesidad y/o la conveniencia determinaron que debía serlo.

Lo primero que descartaré es la opción 4, dado que resulta claramente incompatible con los hechos arribaantes apuntados respecto a la paradójica funcionalidad antifuncional involucrada en el argumento de la conveniencia.
A continuación cabría descartar la opción 3. En efecto, la imagen de una Cristina Kirchner abnegada, sin ambición de poder y sacrificándose para complacer a su esposo resulta demasiado extraña como para tornarse verosímil.
Quedan entonces las opciones 1 y 2. Convengamos en que decidir cabalmente por alguna de ellas aportando pruebas sólidas parece resultar una tarea imposible y desmesurada. Obviamente, averiguarlo supondría ingresar en los vericuetos de la intimidad de esa sociedad conyugal y política que es el matrimonio Kirchner. Y, tal vez ni así, se devele el misterio, en la medida en que quizás la clave se esconda secretamente en la mente y en el corazón del Presidente, quien a la postre tal vez sea el único que sepa en verdad si realmente quería o no quería a su esposa como candidata a Presidente.
No obstante el hecho de que resulte casi imposible decidir entre las versiones, no debe ocultar lo que ambas tienden en común: el deseo de Cristina Kirchner de ser ella misma candidata, al margen de que tal deseo aparezca o no acompañado por el deseo del Presidente.

7. Especificando la tesis en un mayor nivel de especulación: El deseo de Cristina Kirchner de ser Presidente es la verdadera causa de su postulación y a la hora de decidirse prevaleció sobre la conveniencia política

Comenzaré a adentrarme en los núcleos más conjeturales de la presente tesis. Prevengo, anticipando la lógica objeción, que no trataré de ofrecer razones probatorias para lo que intento sostener. Ya dije antes que es casi imposible tenerlas. Apelo a la justa comprensión del lector del cual espero que tome estas ideas como un conjunto de conjeturas pensadas en voz alta.
Siguiendo las ideas del pensador Edgard de Bono, quien en su afán de caracterizar los diferentes roles del pensamiento propuso la metáfora de los sombreros, me pondré el sombrero rojo, reservado para expresar aquellas intuiciones que no pueden ser apuntaladas por razones efectivas, pero que, con todo, presentan algún aspecto de racionalidad embrionaria.
Entonces y bajo esos términos, cabe decir: la postulación de la candidatura de Cristina Kirchner resultaba y resulta claramente inconveniente para las chances oficialista en octubre. Pero debió hacerse efectiva porque en la lógica decisoria del matrimonio presidencial el deseo personal Cristina prevaleció sobre la conveniencia política del conjunto.

8. Especificando la tesis en el máximo nivel de especulación: El deseo de Cristina Kirchner de ser Presidente es la verdadera causa de su postulación y a la hora de decidirse prevaleció no sólo sobre la conveniencia política, sino sobre el mismo deseo del Presidente Kirchner

Insisto nuevamente en que el lector entienda lo que sigue a continuación como mera expresión de un sombrero rojo ya algo desenfrenado, pero quizás con la virtud de iluminar algún matiz explicativo que torne inteligible toda la trama del misterio del pingüino o la pingüina, incluyendo su inesperado desenlace reciente.
Abordaré entonces a lo que entiendo que podría ser el verdadero núcleo del asunto:
Néstor y Cristina Kirchner, efectivamente, representan tanto una sociedad conyugal como política. En esta sociedad, en algún momento, hubo un pacto. Cristina apoyaría a su esposo, pero habría puesto una condición: un día le correspondería el turno a ella misma. Néstor Kirchner aceptó por dos motivos: primero, porque necesitaba del apoyo de Cristina, y, segundo, porque en el contexto de la lógica de esa sociedad no le quedaba otra opción.
Llegado el momento, Cristina reclamó el cumplimiento del acuerdo. Néstor, quien en verdad no deseaba cumplirlo, opuso la excusa de dilatar la decisión hasta tanto se determinara que efectivamente la concreción del deseo de su esposa resultará viable. A cambio, ofreció instalar el tema para ir tanteando la reacción de la opinión pública.
Cristina esperó dentro del límite de lo razonable. Aceptó también esperar los resultados de los últimos tests electorales, como último paso para hacer efectiva la decisión.
El carácter negativo de tales resultados dio un último argumento a Néstor para insinuar que la conveniencia de ambos debía prevalecer sobre el deseo particular de su esposa, de modo que –finalmente- él debería ser quien se postulara y Cristina la que debía espera hasta 2011.
Pero ante esto Cristina terminó de comprender que su momento era ahora o podía no ser nunca. Probablemente volvió a pensar lo que ya había meditado tantas veces: si su marido fuera reelecto pero tuviera un mal desempeño, ya no habría entonces espacio para su sueño de ser ella misma Presidente.
Quizá en ese momento fuera conciente de que sus chances electorales son objetivamente menores a las de su esposo, pero al mismo tiempo su alta autoestima la convencía de que eso sería finalmente revertido. Entonces se convenció de su exigencia: “debe ser ahora”.
Porque, en definitiva, desde la lógica intencional de Cristina el “más vale pájaro en mano que cien volando” no equivale a que “Néstor sea el candidato porque es quien tiene más chances”, sino a “debo ser ahora yo lo candidata porque, si no lo soy, podría luego quedarme sin ninguna chance”


9. Variando un aspecto central de la tesis a través de bajar los decibeles de la escalada especulativa: El deseo compartido por Néstor y Cristina Kirchner respecto a que Cristina sea la candidata a Presidente es la verdadera causa de su postulación y, a la hora de decidirse, ese deseo prevaleció sobre la conveniencia política
Intentando atenuar los decibeles del desenfrenado sombrero rojo, ensayaré una versión de la tesis quizás más parsimoniosa y con una atribución menos mezquina respecto a los deseos de Néstor Kirchner para con su esposa. La enunciación de la tesis quedaría entonces así:
La sociedad política del matrimonio existe realmente. Pero el deseo de que Cristina sea Presidente es sinceramente compartido por su esposo. En tal sentido, si se me permite un símil futbolístico, la dupla entre Néstor y Cristina Kirchner y sus intentos de alternancia en el poder remedaría mejor una especie de “tomala vos, dámela a mi”, antes que un conflicto larvado de egoísmo y recelos mutuos, como se sugería en la versión anterior.
Desde tal perspectiva, las dilaciones en la decisión y la insistencia con el enigma sólo respondían a que ambos actores evaluaban la viabilidad del proyecto. En otros términos, compartían plenamente la meta de Cristina Presidente, sólo que no estaban del todo convencidos sobre la viabilidad del proyecto y/o sobre el momento oportuno de anunciarlo.
Por eso decidieron instalar la idea de la candidatura y esperar el instante más propicio para tomar y anunciar la decisión. Ese momento nunca llegó, porque lo único que realmente llegó fueran las sucesivas derrotas de Vilcapugio y Ayohuma (tomo prestada la metáfora de Mariano Grondona) representadas por el fatídico domingo de Capital y Tierra del Fuego.
Entonces se hizo la hora del balance final previo a la toma de decisión. Se evaluó el peligro real que acechaba a la candidatura de Cristina. Pero se advirtió también que la causa de Cristina Presidente tenía más probabilidades ahora que después.
Una vez arribado a eso, y como suele suceder en estos casos, se sopesaron –y quizás hasta se forzaron- las razones favorables a la opción Cristina.: “Que, aunque no sea un 50%, sí se podría llegar al 40%”; “que durante la campaña todavía pueden moverse muchas piezas”; “que la derrota de Capital no fue toda en contra del gobierno”; “que, en todo caso, quién está desgastado es el propio Néstor, entonces la postulación de Cristina podría ser percibida como una profundización de lo aspectos más positivos de la gestión de Néstor y, en consecuencia, la supuesta amenaza puede transformase en una real oportunidad”, etc., etc.
Una vez tomada la decisión, ya carecía de sentido postergar su anuncio. Eso lo que explica la premura en hacerlo.

10. Disonancia cognitiva, autonomía funcional de los motivos y racionalización. Estrategia planeada y estrategia emergente

A esta altura ya podemos ir arribando a una síntesis.
Independientemente de lo que realmente haya querido o no el Presidente en relación a la postulación de su esposa como candidata, lo cierto es la consideración de los deseos de la propia Cristina Kirchner parece la explicación más razonable del enigmático caso del pingüino y la pingüina.
El eventual mérito de la tesis desarrollada radica en que permite explicar tanto el hecho mismo de que la decisión final haya recaído sobre Cristina Kirchner y no sobre el Presidente, como las sucesivas dilaciones y el apuro final en comunicar lo decidido.
¿Qué grado de verosimilitud cabe finalmente reservar a la enunciación oficial de que la verdadera razón de la elección de Cristina Kirchner fue la necesidad política de profundizar un cambio, que encontró en ella su mejor exponente?. Se me ocurren dos posibles respuestas, aunque de signo contrario, para este interrogante:
La primera, más bien escueta, es que apenas se trata de excusas. Meras razones ad hoc que se acoplan a los hechos, pero sin terminar de explicarlos por entero.
La segunda, es que se trata de una auténtica razón, sólo que surgió de modo contemporáneo a la decisión, razón por la cual nunca pudo ser su causa. De manera más específica, es altamente probable que tanto el Presidente como su esposa finalmente hayan terminado convenciéndose de que, a fin de cuentas, la decisión tomada no resultaba tan riesgosa como parecía. Quizás el análisis de las razones que supuestamente podrían beneficiar las chances de Cristina, terminaron persuadiendo a la pareja presidencial de que tales beneficios conjeturales podría efectivamente ser reales.
Al respecto resultan ilustrativos tres conceptos formulados en psicología de la motivación:
• Las personas tienden a realizar acciones que resulten coherentes entre sí. Cuando esto no ocurre, las invade un particular sentimiento de desagrado denominado disonancia cognitiva. Ante la vivencia de la disonancia la mente humana se ve llevada a forzar razones para atemperarla. En tal sentido, el deseo de Cristina Presidente habría resultado disonante respecto a la causa final de asegurar el poder kirchnerista. Esto activó la necesidad de encontrar una razón valedera para reducir dicha disonancia. Y la idea de Cristina Kirchner como la expresión de la profundización de un cambio, venía “como anillo al dedo”.
• El psicólogo americano Gordon Allport acuño la expresión “autonomía funcional de los motivos”, pera referir al fenómeno en que una acción que se originó por un determinado motivo, luego de realizarse da emergencia a un motivo distinto (Vg. el adolescente que comienza a fumar para ser aceptado en su grupo, pero luego continúa haciéndolo simplemente por que le agrada). En tal sentido, resulta plausible que la idea de profundizar el cambio a través de la figura de Cristina Presidente resulte un motivo legítimo para quienes así lo expresan, aún con independencia de que se trate más bien de un motivo encontrado y derivado de la decisión, en lugar de uno originario y determinante de la misma.
• Similar idea aparece en psicoanálisis freudiano bajo el concepto de racionalización. Dicho en forma breve, a veces nos resulta imprescindible inventar razones que justifiquen a los verdaderos e inconfesables motivos de nuestros actos.

En síntesis, a veces el análisis político, desde una interpretación post hoc, nos fuerza a maximizar la racionalidad plena de los actores políticos (sobre todo cuando se trata de explicar el éxito o , en todo caso, antes de que se desencadene al fracaso!) Desde esta visión, las decisiones políticas de los hombres políticos poderosos y/o exitosos parecen obedecer a un fino análisis estratégico donde todas las variables encajan en una estructura fríamente calculada. Por supuesto está visión, cuando es tomada literalmente, olvida considerar lo que la historia muestra; esto es: que muchos políticos otrora poderosos han cometido errores garrafales que era difícil visualizar cuando sus acciones todavía se desplegaban en el plácido olimpo de los exitosos.
En todo caso, en atención a lo anterior, tal vez resulte más parsimoniosa la idea alternativa sobre el significado de estrategia que desarrolla el teórico de la organizaciones Henry Mitzberg, cuando argumenta que además de las estrategias planificadas existen las estrategias emergentes, las que simplemente han sido descubiertas sobre la marcha de los acontecimientos, antes que ser pensadas con antelación a éstos. Sin duda, tales estrategias encajan mejor con la necesidad de improvisación permanente propia de la acción política. Y seguramente, su invocación constituye la mejor sínesis para el presente ensayo. Lo digo una vez más:
El sueño presidencial de Cristina Kirchner es la verdadera causa de la decisión de postularla como candidata. Lo demás, son meras racionalizaciones o, por qué no, auténticas estrategias emergentes derivadas de una decisión ya tomada. Que el lector escoja la versión que le resulte más atinada.

11. Síntesis final en clave dialógica simplificada

Acto primero: Río Gallegos, Marzo de 2002. Néstor Kichner conversa con su esposa Cristina
Néstor Kirchner Quiero ser Presidente. ¿Me apoyarás esta vez.?
Cristina Kirchner: Por supuesto, siempre lo he hecho. Ya te apoyé tres veces en Santa Cruz y te apoyaré para que seas Presidente. Pero después será mi turno, no?
Néstor Kirchner Por supuesto, después será tu turno.

Acto segundo: Buenos Aires, Agosto de 2006 - Néstor Kichner conversa con su esposa Cristina
Cristina Kirchner: ¿Cuándo anunciaremos lo mío?
Néstor Kirchner: (dubitativo) Debemos esperar, todavía el panorama no está del todo claro. Veamos cómo evolucionan las cosas. Debemos pisar más sobre seguro.
Cristina Kirchner: Pero al menos podemos ir creando el clima. Podríamos ir anunciando la posibilidad.
Néstor Kirchner (no del todo convencido): Si, lo haré.

Acto tercero: Buenos Aires, junio de 2007. Néstor Kichner conversa con su esposa Cristina
Cristina Kirchner: No es posible seguir esperando. Tenés que anunciarlo.
Cristina Kirchner: Pero entonces, ¿cuándo?
Néstor Kirchner: Pero es que todavía no podemos evaluar. Si perdemos en Capital y en Tierra del Fuego, la cosa se podría complicar.. Falta poco, tal vez las cosas no salgan tan mal. Esperemos hasta el 24.

Escena final; Buenos Aires, 1º Julio de 2007. Néstor Kichner conversa con su esposa Cristina

Crsitina Kirchner: ¿Entonces, lo haremos?
Néstor Kirchner: Es peligroso. Venimos de caída en caída. Correríamos demasiados riesgos.
Cristina: Si, pero si no lo hacemos ahora, tal vez no sea nunca. Debe ser ya . Además, tampoco estoy tan lejos.
Néstor: Tal vez tengás razón, hagásmolo ya

Mientras se retira, Néstor Kirchner piensa que tal vez sea lo mejor, quizás si fuera él sería mucho el desgaste. Quizás su esposa tenga razón, y al final, sea lo mejor para los dos. Tal vez toda salga bien ahora y, entonces, pueda volver en 2011, Y tal vez en 2015, toda siga marchando bien y como su esposa ya habrá cumplido su sueño, entonces él podrá ir más tranquilo por su tercer mandato..
Al fin y al cabo, piensa, quizás hubo un error histórico cuando se pensó que Dios era Peronista. Si aquello de que la única verdad es la realidad, fuera cierto, tal vez la verdad es que ¡Dios es Kirchnerista.!
Cae el telón


Post scriptum. Un guiño al Profesor Mariano Grondona
Si el autor del presente trabajo fuera Mariano Grondona, probablemente se interesaría por averiguar el significado etimológico de la palabra capricho.









Soy Federico González

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente análisis. Felicito al autor por su notable claridad expositiva. Además todo lo que dice es cierto. El trabajo tiene la virtud de iluminar sobre algo que "estaba enfrente de nuestras narices", pero no habíamos pensado. Y una vez que uno lo vio, ya no puede dejar de verlo. Es cierto lo que el autor de la nota dice: Cristina Kirchner es una persona sobrebia y con una infinita ansia de poder. Y creo que por eso es como un vendaval que pretende arrastrar todo a su paso, hasta al mismo Presidente. Diso nos libre a los argentinos de los que pretenden ser lo súnicos dueños de la verdad.

Federico González y Asociados - Consultores Políticos dijo...

Muchas gracias por tu amable comentario.
Federico