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domingo, 20 de mayo de 2012

El sentimiento de inseguridad y la desesperanza aprendida


Ayer, en la localidad de Glew, asesinaron al ex juez de Menores de Lomas de Zamora Raúl Abel Donadío.
Hace unos días se informó sobre el modus operandi de una banda de secuestradores que actúa en la Avda. General Paz, donde habría secuestrado a varios empresarios y al periodista Santo Biasatti.
Hoy trascendió que el actor Antonio Gasalla se iría del país por temor a su seguridad personal.
Y así, todos los días.
En la Wikipedia se define a la indefensión aprendida o adquirida (learned helplessness) como una condición psicológica en la que un sujeto aprende a creer que está indefenso, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa que haga será inútil. Como resultado, la persona permanece pasiva frente a una situación dolorosa o dañina, incluso cuando dispone de la posibilidad real de cambiar estas circunstancias.

Hace algunos años el psicólogo Martin Seligman acuño el término indefensión aprendida o desesperanza aprendida. En un esclarecedor experimento, Seligman expuso a descargas eléctricas ocasionales a dos perros  encerrados en jaulas. Pero mientras uno de estos animales tenía la posibilidad de accionar una palanca con su hocico para detener la descarga, el otro animal no podía hacer nada. El dispositivo experimental determinaba que el tiempo de la descarga fuera igual para ambos animales, ya que ambos la recibían en el mismo momento y que, además, cuando el primer perro cortaba la electricidad, el otro también dejaba de recibirla.
Pudo observarse que, a pesar de experimentar los mismos estímulos aversivos,  la reacción de cada animal fue claramente diferente: mientras el primero mostraba un comportamiento y un ánimo normal, el otro permanecía quieto y asustado.  La conclusión fue simple y contundente: la sensación de poseer algún control sobre la realidad hacía soportable la situación para el primer perro; en cambio el segundo habría aprendido que cualquier acción era impotente para cambiar su realidad.
Seligman fue un paso más allá,  permitiendo que el segundo animal pudiera ahora controlar las descargas. El resultado fue sorprendente: ya era tarde, el perro se mostraba incapaz de darse cuenta de su posibilidad de control y, por ende, continuaba recibiendo descargas sin intentar nada para evitarlo. Su desesperanza aprendida era irreversible.

El Dr. Renny Yagosesky, en un texto sobre Autoayuda y superación personal, señala certeramente que:
“Desesperanza no es ni decepción ni desesperación. La decepción es la percepción de una expectativa defraudada, la desesperación es la pérdida de la paciencia y de la paz, un estado ansioso, angustiante que hace al futuro una posibilidad atemorizante. La desesperanza, por su parte, es la percepción de una imposibilidad de logro, la idea de que no hay nada que hacer, ni ahora, ni nunca, lo que plantea una resignación forzada y el abandono de la ambición y del sueño. Y es justamente ese sentido absolutista, lo que le hace aparecer como un estado perjudicial y nefasto.”
Unos de los grandes enigmas de la opinión pública suele expresarse en la flagrante contradicción que se daría entre la valoración de importancia del problema de la inseguridad y los candidatos que, finalmente, terminan votándose. La pregunta de rutina es: ¿Si la gente dice que su principal problema es la inseguridad, por qué razón termina votando a candidatos que no parecen tener ni haber tenido vocación o eficacia para resolver el problema?
Mi conjetura es que lo que sí ha tenido eficacia es el discurso generalizado en el establishment político que sostiene que el problema de la inseguridad es demasiado complejo de resolver, porque obedece a una pluralidad de causas profundamente arraigadas en un entramado de múltiples interacciones entre factores económicos, históricos, culturales, sociales, psicológicos, ambientales, narcotráfico, etc., etc.
En síntesis, el problema de la inseguridad no se resolvería porque, sencillamente, o es imposible de resolver o nadie tiene la menor idea de cómo hacerlo.
Y así asistimos recurrentemente a fracasos estrepitosos de planes otrora grandilocuentes, que incluyeron mano dura, movilizaciones de la gendarmería, nuevas policías, tolerancia cero, garantismo, comprensión, trabajo social preventivo, etc., etc.; mientras la inseguridad seguía cobrando nuevas víctimas y se sucedían las marchas de Blumberg, las marchas de vecinos, los bocinazos, los padres desesperados llorando a su hijos asesinados y viceversa, junto a otro largo etc.
Y así seguimos entonces. Inermes ante una amenaza oculta que nos puede acechar en cualquier momento, en cualquier lugar, por cualquier razón o sin ninguna razón.
Como el perro de Seligman, quizá la comunidad política ya nos han convencido, sea por su discurso o por la impericia de sus acciones, que no hay mucho que pueda hacerse.
Quizás ya hemos aprendido la desesperanza. Tan cercana a la impotencia. Tan parecida a la resignación.

3 comentarios:

L G A dijo...

Hola, me parecio interesante lo que escribiste, coincido plenamente, ahora, no seria mejor todavia lo continues? digo el mensaje no puede terminar en darnos cuenta que estamos fritos o a la libre interpretacion quedando en nosotros intentar reaccionar. Pienso que no es facil, incluso puede llevar lustros o decadas, pero hay que empezar a ayudar al perro a volver a creer en que puede tener el control y perder los miedos, que si hay cambios profundos por hacer por mas lejanos que parezcan hay que empezar a tratarlos, que tendremos q entender que quiza nuestra vida lamentablente no este destinada a lujos y grandes niveles de vida, que tiene que desaparecer la idea de ser un pais europeo y rico de un dia para el otro que tal vez no es tan importante una camisa o cartera importada, que no nos tenemos que dejar vender humo, que no nos comemos el cuento de las peleas mediaticas y no nos importa si la culpa es de tal o cual nos importa la solucion a un problema, que no importan los partidos politicos ni los nombres de los gremios, no buscamos heroes, buscamos una vida mas digna, que si tan solo se preoucparan de los problemas que realmente importa no se tendrian que preocupar de caernos mejor buscando mas votos para una eleccion todavia muy lejana. Somos un pais de tan solo 200 años de historia, es muy poco, tenemos mucho que aprender, tenemos que cooperar, tenemos que aprender a vivir en sociedad, no es cuestion de cerrar los ojos y correr asi no vamos a encontrar nunca un salida, la politica y los medios son buenos y necesarios pero que no se cruce la linea eso la gente no lo tiene que permitir ni perdonar. Saludos!

Federico González y Asociados - Consultores Políticos dijo...

Gracias por tu aporte. Desde mi lugar trato de insistir sobre el tema. Ya lo continuaré.

Anónimo dijo...

Hola Federico, es muy interesante el estudio que relataste, pero me pregunto yo, que pasaría si a ese perro solo le das una pequeña descarga una vez, como para que conozca y sienta su efecto, pero luego, durante meses o años, reciba buen trato, comida y libertad para disfrutar, pero lo obligues a visualizar cotidianamente continuas repeticiones de otros perros a los que les hacen esas descargas y suprimas de alguna forma su recepción a otras informaciones que reciba en forma de estímulos, ¿no estarías acaparando su percepciòn de la realidad infundíendole una sensación exacerbada de la frecuencia de esos socesos cuando en realidad solo le suceden a unos pocos perros de la jauría y a la gran mayoría eso no les pasa y viven felices? porque eso me parece que es lo que se está experimentando ahora, la exacerbación de todo lo negativo y el ocultamiento de todo lo positivo que se pueda estar haciendo.
Claro que hay inseguridad, pero creeme que esta no es mas que el producto de haber destruído durante años de políticas liberales, la cultura del trabajo, donde el trabajador era un gil y el corrupto u oportunista el vivo, que se enriquecía perjudicando al resto de la sociedad impunemente, y muchos chicos entonces crecieron viendo eso por TV y en la vida cotidiana, viendo las frustraciones de sus padres trabajadores devenidas en borracheras, violencia, descuido, separaciones, etc. y juràndose para si mismos no ser como sus padres, boludos que trabajan para que los caguen.
Hoy esa fea situación se está revirtiendo en gran parte, pero la cultura es generacional y demanda su tiempo para restaurarla.
Me encantaría que amplíes sobre los aspectos que contribuyen a comprender los sucesos de hoy como un todo. Ojo, no las se todas, seguramente estoy omitiendo muchísimo más sobre el tema, pero si se que la exclusión provoca bronca, y la prolongación de la situación injusta la deviene en resentimiento, y el resentimiento forma un punto de vista y conducta que se transmite a los hijos, y si los padres sienten que los cagaron y sus códigos de conducta no les sirvieron más que para fracasar, no se los van a enseñar a los hijos, por lo que los hijos heredan resentimiento y no códigos, y allí está el resultado de las políticas injustas, exclusivas, corruptas y traidoras del bienestar popular y la nación.
Por otra parte y volviendo a la sensación de inseguridad, me tocó conversar con dos personas con tremendos sentimientos de estupor, pavor y desesperanza sobre la inseguridad, y cuando les pregunté cuando fue la última vez que habían sido víctimas de un ilícito, una me contesto que hacía mas de 40 años y la otra que no recordaba. Si eso no es producto de la constante mediatización desproporcionada, entonces que es?
Ojo! no estoy negando que haya inseguridad ni que sea necesario mejorarla! pero estoy describiendo la acción del pajarito pica-sesos en las cabezas de todos por parte de algunos medios de desinformación y sus tremendos efectos en las personas.
Te mando un abrazo, y otro para los lectores.

Gabriel Arc
"Abre bien tus ojos, observa desde todos los ángulos, comprende bien y actúa cón códigos"
gabriel.arc2012@gmail.com