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domingo, 1 de mayo de 2011

¿Podría Ricardo Alfonsín ser Presidente. Vigencia de una visión formulada hace cinco meses

En Diciembre de 2010, Ricardo Alfonsín lanzó su candidatura presidencial.
En ese tiempo Julio Cobos y Ernesto Sanz se perfilaban como candidatos en internas de la UCR.
Por parte del PJ Federal, Mario das Neves también se había lanzado.
Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá aún no habían protagonizado ese tan confuso como grotesco papelón pre-internil.
Pino Solanas también se presentaba como presidenciable.
Mauricio Macri, aunque no había formulado intenciones enfáticas, aún no había sido corroído por la duda hamletiana del ser o no ser que hoy parece aquejarlo.
Aquel lanzamiento no tuvo demasiada trascendencia mediática. Sin embargo, en su discurso inaugural, Ricardo Alfonsín enunció palabras importantes para quienes pudieron leer entre líneas.
Por ese entonces, quien escribe, esbozo un documento señalando seis razones por las cuales Ricardo Alfonsín podía llegar a ser presidente.
Hoy, cuando el repertorio de los presidenciables inexorablemente se va achicando y, por ende, “suben las acciones” de quienes sostienen candidaturas que se van imponiendo, aquellas observaciones adquieran plena vigencia.
Lo que justifica su reproducción.

Ecos de un discurso de lanzamiento: Seis razones por las que Ricardo Alfonsín podría ser Presidente (diciembre de 2010)

No soy radical ni nunca lo fui. Mi simpatía hacia el radicalismo sólo se relaciona con ese sentimiento de esperanza y entusiasmo que alguna vez me despertó el ex Presidente Raúl Alfonsín. Esto no exime de subjetividad al presente texto, pero considero que permite dimensionar mejor su alcance.
Acabo de escuchar el discurso de Ricardo Alfonsín y, debo reconocerlo, me impresionó en forma positiva. Luego de escucharlo mi sensación es simple: no sé si será o no presidente, pero existen sobradas razones para pensar seriamente en tal posibilidad. Por lo menos se me ocurren las seis razones siguientes:
1. Honestidad / Transparencia: Ante todo Alfonsín parece una buena persona. A partir de su discurso y más allá de éste, Alfonsín transmite la poco frecuente virtud de un político regido por valores y por buenas intenciones, que expresa con convicción y claridad.
2. Sentido común: Alfonsín expresa ideas complejas en un lenguaje simple. Aunque señaló explícitamente que no se adentraría en su programa de gobierno, su discurso fue una declaración de principios estratégicos propios de un estadista. Dejó en claro la diferencia entre crecimiento y desarrollo, destacando a la lucha contra la pobreza como uno de los fines básicos de la política. Refutó con argumentos simples pero a la vez sólidos varias de las objeciones que podrían menoscabar su candidatura. En tal sentido, logró develar con claridad y sencillez las falacias que se esconden detrás de ideas que se repiten de modo irreflexivo a la hora de valorar a un nuevo líder político.
3. Pasión genuina y mística: Alfonsín transmite una profunda pasión por la política como instrumento de mejora de la vida humana. Y esa pasión suena enteramente creíble. Y llega a transmitir algo muy poco frecuente en los políticos contemporáneos: una voluntad de propósito que entusiasma y contagia. Alfonsín logra aunar el sentido de la política en una dimensión existencial. Y eso es mística.
4. Sensibilidad social: Como señalé antes, Alfonsín parece una buena persona. Y la sensibilidad hacia los más necesitados se expresa con clara y convincente preocupación en su discurso.
5. Inteligencia e Ideas: el discurso de Alfonsín no tiende a la enunciación de eslóganes vacíos de contenido. Al contrario, posee la sustancia típica de quienes están orientados a la acción.
6. Coraje: Ricardo Alfonsín tiene algo de genuino idealista. Pero eso no va en detrimento de la fortaleza. Cuando se enfrenta al fantasma del poder sindical desbarata, con argumentos simples, ese viejo lugar común que prescribe que este país sólo es gobernable por el peronismo. Alfonsín transmite con vehemencia lo que nunca debería haberse olvidado: cuando se actúa con convicción a favor del pueblo, no hay motivos para temer a nada más que a la voz de ese mismo pueblo.

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