Luego del cimbronazo del inesperado voto favorecedor del oficialismo por parte de la Senadora Roxana Latorre, la reacción de Carlos Reutemann tuvo dos momentos claramente distinguibles.
Al principio, expresó una respuesta de corte claramente visceral plasmada en el desmesurado y desafortunado exabrupto: “(…) a la candidatura que se la metan en el (…)”
En un segundo momento, donde primó la reflexión y la cordura, el senador santafesino reveló –a tono de confesión casi íntima– que está viviendo “una pesadilla fenomenal”, que “no hay manera que pueda explicar cómo (Latorre hizo lo que hizo)”, que "fue el impacto más fuerte que recibí en toda mi vida política", para finalizar relatando –a modo de anécdota reforzadora- que un par de amigos psicólogos estuvieron toda la noche analizando el hecho al que no pudieron encontrarle ninguna explicación.
Dos aspectos confieren un carácter dramático a la pesadilla que Reutemann dice estar viviendo. Por un lado, la forma en que se la enuncia semeja más una pasión profunda que una figura retórica orientada a alegorizar la situación. Por otro lado, impacta su contenido: en el lenguaje cotidiano se suele invocar el sentimiento pesadillezco para referir a la existencia de una realidad desagradable que sabemos que es, pero no atinamos a aceptar que ocurra ni a comprender por qué nos ocurre.
En un célebre libro de psiquiatría existencial el psiquiatra escocés Ronald Laing refiere el devastador sentimiento que acompaña a la sensación de que la realidad cotidiana se ha tornado extraña. Para aludirlo comienza su texto citando un koan de budismo zen: “Si se declara un incendio en el agua ¿Quién podrá apagarlo?”
Siguiendo esa atmósfera discursiva podría decirse que la pesadilla de Reutemann aparece porque la decisión de Latorre más que la lógica de la traición o de la borocotización surge –tal como ese incendio que brotara del agua– bajo la lógica del sin sentido.
Para cualquier espécimen de esa vasta fauna de los denominados “animales políticos” (léase un Carlos Menem, un Néstor Kirchner, un Eduardo Duhalde), esos personajes de caparazón curtido a fuerza transitar el barro de la política donde las astucias, intrigas, concesiones y traiciones resultan moneda corriente; el episodio de Roxana Latorre sólo representaría una circunstancia más en el sinuoso camino sus trayectorias políticas.
Sin embargo, para Carlos Reutemann la pesadilla podría llegar a representar una espada de Damocles capaz de disuadir su mismísimo sueño presidencial.
Eso quizás constituya la grandeza y/o la miseria y hasta el estigma de aquel deportista que estando siempre a punto de llegar, al final no pudo llegar.
Pero, como decía el genial Almafuerte “todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de la muerte”; ¿por qué entonces no podría Carlos Reutemann salir de la pesadilla shakesperiana del “Ser o no ser”, dejar amedrentarse cuando “ve cosas feas” y de una vez por todas atender al mandato de su deseo, para así hacer lo que una apreciable porción de la ciudadanía espera que haga?
O que calle para siempre (su sueño presidencial)
El tiempo dirá.
Soy Federico González
1 comentario:
Quien parece estar abandonando su sueño presidencial es oro de los contendientes. En la murga de mi barrio ya le dedicaron una canción. La zátira del tiro en las...Ahi va:
El galancete se ligó
a la piba de amarillo
perdiste galancillo
hay va mi tíro en las...
Por que eras el mejor
la labia te sobraba
y el barrio te admiraba
hasta el tiro en las...
Pavada de campeón
largá el fideicomiso
volvete al conventillo
hay va mi tiro en las...
Perdí la razón
la nena se codeaba
con gente indecente
y le di un tiro en las...
Pebeta muy bien
redondita, pulposa
seríamos felices
sin el tiro en las...
Pasame el condón
lo tiro a la basura
me muero de amargura
por el tiro en las...
Perdiste chabón
la gonadas baleadas
terrible la estocada
lo del el tiro en las...
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